Aventuras en la nieve



La semana pasada, aprovechando que yo estaba de vacaciones los clientes no me hacían mucho caso aprovechamos para ir a la nieve. En mi mente todo iba a ser fantÔstico: haríamos muñecos de nieve, nos tiraríamos bolas de ídem y volveríamos a casa con las mejillas sonrosadas después de pasar un día al aire libre y lejos de la boina de contaminación que se cierne sobre nuestras cabezas. Como siempre, me equivoqué.

En primer lugar, nos costó horrores arrancar: no aparecían por ningún lado los guantes, los gorros que encontrÔbamos eran todos de la talla 9 meses (y mis hijos son mÔs bien cabezones, han salido a mí), luego no había manera de ponerle botas al Heredero Chiquitito. Un despropósito.

Cuando por fin conseguimos meternos todos en el coche y emprender rumbo hacia la sierra* porque habƭamos visto alguna montaƱa blanca. En efecto, cuando llegamos habƭa mƔs bien poca nieve, o entre poca y ninguna. Pero no nos rendimos porque somos padres persistentes y la falta de nieve no nos iba a frenar por no hablar del llanto rompevasos que emiten mis hijos cuando no se cumplen sus expectativas, asƭ que seguimos subiendo.


¡En la nieve puedes realizar todo tipo de actividades emocionantes!

Por fin, vimos nieve en Navacerrada pero también un aluvión de gente que nos impedía movernos (y eso que las pistas siguen cerradas) así que seguimos hacia Cotos, donde un trillón de familias habían tenido la misma idea pero mÔs temprano y con mÔs gorros y guantes. Seguimos hasta el siguiente puerto que es Valdesquí y por fin pudimos aparcar. Pero hete aquí que Valdesquí estÔ muy bien preparado para quien quiera esquiar (las pistas también estaban cerradas) pero fatal para quien quiera hacer el dominguero caminar por la sierra.

Pero eso tampoco nos detuvo. Emprendimos la marcha por la cuneta hasta que llegamos a un punto donde la valla que nos impedĆ­a el acceso a la nieve dejaba un hueco de unos 60 centĆ­metros (no en las pistas, al lado. No estoy tan loca como para colarme en las pistas) y pasamos por Ć©l. ¡Por fin Ć­bamos a poder hacer muƱecos de nieve, bolas de nieve y cosas de nieve!

El problema es que en Madrid no ha estado haciendo mucho frƭo y la nieve no era muy buena. Sƭ, sƩ que el hecho de que las pistas estuvieran cerradas deberƭa haberme alertado pero ya sabƩis lo que le pasa al cerebro cuando no duermes. La "nieve" que veƭamos no era mƔs que un bloque de hielo que cubrƭa la montaƱa por completo.

Olaf os explica lo que le pasa a la nieve de Madrid
No pudimos hundir nuestras botas en lo blanco, ni hacer figuras ni nada (lo habríamos hecho en caso de llevar un picahielos, pero se nos quedó en casa junto al compÔs de pizarra), así que pasamos el resto del día oyendo al Heredero protestar porque le daba miedo resbalarse y viendo cómo la Heredera se ponía a cruzar un arroyo tentando a la muerte su suerte.

La moraleja es que en Madrid no hay nieve, así que toda pista sobre dónde hay algún lugar para hacer el tonto y pasar frío (que no sea Xanadu, que nos conocemos) serÔ bienvenida.

* La sierra es como llamamos a los madrileños eso que aparece en el horizonte cuando se va la niebla de la contaminación.

Share this:

, ,

COMENTARIOS

0 han mejorado su vida sexual:

Publicar un comentario

Comenta, que algo queda.