El orgasmo de leer tu nombre
La gente da mucha importancia a ver su nombre escrito. Eso es lo que pienso cada vez que veo un graffiti o una pintura por ahĆ por alguna calle con el nombre de alguien (vale, descarto las pinturas de los nombres de parejitas, que eso es una muestra pĆŗblica de amor (la mayorĆa de las veces demasiado hiperglucĆ©mica para mĆ). Pero quĆ© me decĆs de los que se acercan a los monumentos a dejar su nombre para la eternidad. No hablo de nuestra puerta de AlcalĆ”, que como estĆ” en mitad de una isleta y te tienes que jugar la vida para llegar a ella, casi que no te vas a cansar escribiendo tu nombre, pero por ejemplo si os acercĆ”is al Coliseo de Roma, vais a flipar con los nombres de los macarras que hay escritos sobre las piedras que tienen miles de aƱos. (Por cierto, que sepĆ”is que los graffitis vienen de la Ć©poca romana, segĆŗn me explicaron en la universidad, quĆ© cosas que aprende uno cuando va a clase de vez en cuando).
TambiĆ©n los hay artesanos, que no se conforman con escribirlo con boli o con tipex para la posteridad (el tipex es guay, escribe sobre todas las superficies) y se ponen a hacer tallas en un Ć”rbol, en un pupitre (tĆpico tambiĆ©n el que hace un sĆŗper agujero con el lĆ”piz en la mesa), en una goma milĆ”n (tĆŗ tambiĆ©n puedes ser escultor)... Sólo por el gozo infinito de leer tu propio nombre sobre una superficie.
Y esto a quĆ© viene? A nada, sólo que me habĆa leĆdo uno de los primeros posts que escribĆ en los que me sentĆa traumatizada por no poder firmar lo que escribĆa. No es que ahora firme, pero por fin he encontrado mi estilo y todo eso, asĆ que me siento sĆŗper orgullosa. (Jo, creo que esta Ćŗltima frase me ha quedado automolona total. En fin...)
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