El post de los uniformes
Hoy me he levantado nostĆ”lgica. SĆp. He salido a la calle y he visto pasar por delante de mĆ una niƱa vestida con el uniforme de mi antiguo cole. Y me ha entrado morriƱa. Porque este aƱo no tengo vuelta al cole. No me entendĆ”is mal, no es que quiera volver a pasar por todo eso, pero siempre te queda el resquemor de comprarte una carpeta nueva, un cuaderno, bolis... quĆ© se yo. Y este aƱo no tengo que preocuparme por nada de eso. Ahora que lo estoy pensando, mejor, porque asĆ me voy a ver bolsos por las tiendas a ver si aprendo algo.
Luego estĆ” el asunto de los zapatos, porque cuando se lleva uniforme, es obligatorio ponerse zapatos a diario desde el mismo dĆa 15 de septiembre, y no sĆ© si os pasarĆ” tambiĆ©n a vosotros, pero despuĆ©s de un verano andando en chanclas (o incluso peor, en sandalias de caramelo -¿cómo? ¿QuĆ© no las venden de vuestra talla? Mala suerte, porque molan un puƱao), meter los piececitos en unos zapatos es como rebanarse los talones con un cuchillo de cocina (bueno, creo que esta imagen es un poco dura, pero ¿quĆ© querĆ©is? Me estoy leyendo el cómic Predicador de Garth Enis y estoy un poco cruda...).
Y luego el uniforme, que te recuerda que el verano no ha pasado en balde por ti. La falda del uniforme es una prenda curiosa, porque durante el curso parece que crece contigo, pero en llegando septiembre, le da por encoger de golpe (bueno, y luego estĆ”n las compaƱeras mĆ”s “alegres” que se la encogĆan aposta para no dejar dudas a la imaginación)... AdemĆ”s, pica un montón, porque no sĆ© por quĆ© las hacen de lana, de tal manera que en invierno vas tan ricamente, pero en verano mueres de calor...
Ahora que lo pienso, mejor, porque puedo ir por el mundo con mi camiseta de La Casa Azul, y si me la mancho a medio dĆa mientras como, no tengo que montar un show para poder ponĆ©rmela por la tarde. Simplemente, me pongo otra cosa...
Luego estĆ” el asunto de los zapatos, porque cuando se lleva uniforme, es obligatorio ponerse zapatos a diario desde el mismo dĆa 15 de septiembre, y no sĆ© si os pasarĆ” tambiĆ©n a vosotros, pero despuĆ©s de un verano andando en chanclas (o incluso peor, en sandalias de caramelo -¿cómo? ¿QuĆ© no las venden de vuestra talla? Mala suerte, porque molan un puƱao), meter los piececitos en unos zapatos es como rebanarse los talones con un cuchillo de cocina (bueno, creo que esta imagen es un poco dura, pero ¿quĆ© querĆ©is? Me estoy leyendo el cómic Predicador de Garth Enis y estoy un poco cruda...).
Y luego el uniforme, que te recuerda que el verano no ha pasado en balde por ti. La falda del uniforme es una prenda curiosa, porque durante el curso parece que crece contigo, pero en llegando septiembre, le da por encoger de golpe (bueno, y luego estĆ”n las compaƱeras mĆ”s “alegres” que se la encogĆan aposta para no dejar dudas a la imaginación)... AdemĆ”s, pica un montón, porque no sĆ© por quĆ© las hacen de lana, de tal manera que en invierno vas tan ricamente, pero en verano mueres de calor...
Ahora que lo pienso, mejor, porque puedo ir por el mundo con mi camiseta de La Casa Azul, y si me la mancho a medio dĆa mientras como, no tengo que montar un show para poder ponĆ©rmela por la tarde. Simplemente, me pongo otra cosa...
0 han mejorado su vida sexual:
Publicar un comentario
Comenta, que algo queda.