Shall we dance!
Ya lo he decidido: si alguna vez dejo de ser periodista, me harĆ© bailarina de claquĆ©. ImaginĆ”os: yo como Ginger Rogers, saltando y bailando con un vestido vaporoso de esos mientras muevo los brazos de una manera insinuante. O mejor, como Debbie Reinolds en Cantando bajo la lluvia, con una rĆ”faga de viento y un tĆo bueno esperĆ”ndome al pie de la escalera.
El mayor problema que yo le veo es el aprendizaje, me viene a la mente un capĆtulo de Padres Forzosos en el que Stephanie se apunta a clases de claquĆ© y toda la familia querĆa matarla porque se pasaba entero el capĆtulo bailando claquĆ© como una posesa. Ya me veo a mĆ misma con un maillot y unas medias con esos zapatacos que tienen mogollón de tacón probando los pasos hasta dar con el ritmo perfecto. O tambiĆ©n podrĆa hacerme bucles y presentarme a los castings como "La nueva Shirley Temple". Y entonces podrĆa aparecer en musicales guays (no de esos churros como "Hoy no me puedo levantar": todo el mundo sabe que si no hay claquĆ© no es un buen musical).
Ya lo estoy viendo: mi nombre con letras de neón. Guay!
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