Una semana
Hoy me queda una semana para acabar. Ya no habrĆ” mĆ”s exĆ”menes (se supone), ni mĆ”s clases, ni mĆ”s pellas, ni en el cĆ©sped ni en la cafeterĆa. Por supuesto tampoco habrĆ” mĆ”s pelis en la filmoteca, ni mĆ”s ir de despacho en despacho buscando esas notas que nunca salen y que cuando las encuentras, por supuesto ya es demasiado tarde para la revisión. Se acaba tambiĆ©n esa bĆŗsqueda de apuntes de generación en generación (los exĆ”menes del aƱo pasado, y los del anterior, y los de hace dos aƱos), y esa ansiedad cuando no avanza la cola de reprografĆa.
En la facultad he hecho muchas cosas, la mayorĆa por primera vez. TodavĆa me acuerdo del primer dĆa de clase, contentĆsima por haber podido elegir lo que serĆa el resto de mi vida, preguntĆ”ndome ahĆ, en el pupitre de primera fila si me podrĆa acostumbrar algĆŗn dĆa a todo eso, rodeada de gente muy mayor. Hoy soy yo la mayor y me da miedo. Me da miedo no saber quĆ© es lo que habrĆ” fuera. Me dan miedo los contratos basura y los jefes explotadores. Me da miedo no estar preparada para ser una buena comunicadora, me da miedo que sólo sea un recambio que puede ser sustituĆda en cualquier momento por cualquier otro recambio. Me da miedo tener que verme obligada a vivir de la carroƱa, mostrando a la gente las miserias que los que se creen famosos no se enseƱan ni a sĆ mismos. Y me da miedo no dar la talla. El mundo es tan grande y yo soy tan pequeƱa...
Pero de momento tengo siete dĆas para seguir viviendo todo esto. Para exprimir cada segundo. Y por supuesto, para aprobar historia del periodismo espaƱol...
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