Pena de vida
Hoy me pongo trascendental. Y es que estaba leyendo en el periódico un artĆculo de Maruja Torres y me he encontrado con una expresión que me ha dado quĆ© pensar (sĆ, de vez en cuando tambiĆ©n me da por pensar). La expresión era pena de vida. Bueno, adivinar las intenciones de los que escriben (que me lo digana mĆ, despuĆ©s de cinco aƱos de carrera los anĆ”lisis de texto siguen siendo una ruleta rusa, que nunca soy capaz de saber cuĆ”l es la intención del literato.
Pues a mi eso de pena de vida me recuerda a una cosa que he pensado yo muchas veces, es tipo la cadena perpetua. Porque con la pena de muerte se muere. Y ya estĆ”. SĆ, estĆ” la incertidumbre de si te salvas o no. Pero con la cadena perpetua, igual que con la pena de vida, estĆ”s obligado a vivir cada momento. Y es eso lo aterrador. Vivir cada momento, saborearlos, los buenos, los malos, los regulares. TambiĆ©n esas situaciones en las que preferirĆas estar a miles de kilómetros de donde estĆ”s (por ejemplo, en Italia). Para mĆ es eso la pena de vida. Estar en un sitio obligada a vivir cada segundo de ese momento. A veces puede ser desesperante, como cuando estĆ”s tan tirada que sólo puedes llorar, o cuando estĆ”s esperando una llamada de telĆ©fono... Yo quĆ© sĆ©.
Nada mƔs por hoy (creo). Espero que no os haya cansado mucho, pero a ver si acabo los exƔmenes pronto y vuelvo a mi ser (dinƔmico a la par que dicharachero).
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